28 octubre 2010

Sinceramente.

Sentirás, que está bien...
Sentirás que está todo mal.











































Aunque no la trague demasiado y en directo llegue a dar penita y vergüenza ajena;
Salvé dos canciones de este disco.

24 octubre 2010

eneMAS eleMENTALES que otras.

O evacúas o hipotecámos lo que queda de tus neuronas; Invertiremos en pesos mexicanos.
El alcohol no sirve ni para resacas; Hasta las entrañas, como la seda, y sin respuesta.

Te trataré de usted por ser mucho mejor que yo.
Ella debe estar rayada de rayas.
Rayas marineras de marineros ricos, que observa sonriendo desde orillas de dos cabezas.

Debe estar contando días, y meses, y remiendos, y agujeros mal enfoscados.
Preguntándose por dónde entraron a invadir.
Por qué a estas horas, y por qué han llegado hasta aquí.









17 octubre 2010

Aquí esta.



Siempre hay una canción que encaja. Y hoy he encontrado esa canción.

-¿A donde vamos a merendar?
-A cualquier otra parte.

09 octubre 2010

La barrilada más larga

Y un día amaneces en un C1, sabiendo que vas a desayunar en periodismo por vez primera.

Para los que lean esto, para los que hayan olvidado que aquí había mas voces o que creían nunca volverían a saber de mí.

Incluido tú, Suricato.

04 octubre 2010

Hay domingos en los que debería ser típica.

La típica tópica.
Tragarme el fútbol y las ganas.
Y hundirme en el sofá hasta que se me cierren los ojos con el vaivén de las ondas televisivas.
Y no contestar los teléfonos.
Ni llegar puntual para variar un poco.
Ni chocolate de café, ni bailar el agua a carcajadas que salgan del alma.

Los susurros son un bien tan preciado como escaso.
Tan íntimo como indeleble.
Me hipotecaría en cuerpo y alma invirtiendo en la bolsa de susurros.
Y de caricias. Escalofríos. De abrazos que dijesen más que 18,936.742 palabras.

Te despiertas siendo una espectadora maquinal. Eres un jinete sin silla sobre un lippizzano salvaje al galope que no mira hacia atrás, ni aminora, ni para, en un viaje con herraduras del covirán. Sabe que estás ahí porque siente como le clavas tus rodillas y te aferras a sus crines, porque te escucha gritar y adivina tus ojos cerrados. Porque es consciente de lo que sientes cuando tu corazón repica más fuerte que sus fame.

Tiene que llegar a un lugar, y va tarde (tarde, tarde!) un oasis en el polo norte. Sin pies ni cabeza. Ni sabe llegar, ni cuánto tardaremos. Bien. Bien. Ese es el camino. Se me saltan las lágrimas de la velocidad.

Teta y sopa.
Y ahora como abras la boca y me eches de menos llamaré a los payasos.
Va en serio.