Actores de reparto y otros accesorios

Siempre me gustó dar pasos en falso.
Esa sensación de estar perdiendo el control, el vértigo de saber que cuanto más alto subiera, más dura sería la caída. Me encantaba arriesgar, mentirme con el empeño suficiente como para creer que aquello tenía sentido, que algún día no habría caída y esa sensación de vértigo sería eterna.
Hoy no me engaño. Nunca es así.
Pero aún así me sorprendo a veces con una sonrisa nerviosa en los labios, jugando a sentirme quien no soy, actuando como si importara algo en la vida de aquellos que contrato para mi función.
Y es que esta función es mi vida, y de tanto interpretar el papel, hoy me veo convertida en este raro personaje. Dónde está entonces el límite entre lo que soy y lo que la obra me dicta que sea. Cuándo se trata de una brillante interpretación, y cuándo es sólo un guiño al público, un paréntesis entre tantas máscaras, un sentimiento casi real.
Si busco ahora caras amigas entre esos actores, te encuentro a ti. Tú pareces disfrazado de ti mismo y tengo la sensación de que, en las pausas, me espías entre bastidores. Quisiera volver a engañarme, volver a tener fe, porque actores como tú, máscaras como la tuya... me sacan a veces de este ensueño forzoso y tallan cicatrices eternas en ese otro guión, por siempre inédito, de mi vida.